China y su desarrollo: ¿Mito o Realidad?
Desde el 2008, China ha sorprendido a Jefes de Estado, empresas e
inversionistas por igual debido al notable crecimiento dentro del rubro
económico. Esta situación ha llevado a la comunidad internacional a redefinir
sus agendas de negociación en materia de comercio, finanzas y la forma en la
que sus interacciones se llevarán a cabo con China.
Si bien es cierto que la mayoría de los grandes cambios se aprecian mejor a
largo plazo, China ha demostrado que el crecimiento económico si puede generar
cambios notorios a corto plazo. Beijing se ha dado a la tarea de enviar este
mensaje al resto del mundo, mediante la promoción de turismo, e incentivos para
la inversión tales como la conveniencia del costo de mano de obra y
manufactura, sin embargo académicos y analistas internacionales en diversas
partes del mundo ven este crecimiento acelerado con reservas, y algunos con
desconfianza.
Los puntos de partida para emitir críticas hacia China varían, aunque el
más notorio y actual es el punto de vista social, particularmente en el rubro
de desigualdad como una condición que afecta negativamente el desarrollo, y por
ende la calidad de vida de los habitantes. Hoy en día las imágenes más comunes
que encontramos de China corresponden a las impresionantes e iluminadas
construcciones vanguardistas de Beijing, Chengdu, Hong Kong o Shanghái. En
términos generales, la costa este de China definitivamente ha generado una
imagen de un país en crecimiento, con infraestructura y aeropuertos de calidad
así como transporte eficiente y actualizado con lo último en tecnología.
China tiene una riqueza en recursos proporcional a su riqueza étnica. El
grupo de los Han constituye la mayoría de la población del país, más del 90% de
los habitantes corresponden a este grupo étnico. A pesar de conservar el
control dentro de la toma de decisiones a los niveles económico y político, la
región oeste, derivado de la no tan conocida situación presente en Xinjiang con
los Uigur, y en particular con el Tíbet, han hecho que la situación en esta
parte del país sea contraria a aquella presente en el este. El tema de la
desigualdad hacia el interior de China ha puesto en tela de juicio las
decisiones en torno al tema de desarrollo, por ende el gobierno ha expuesto
sólo una parte de la realidad presente en el país a la comunidad internacional.
El Partido Comunista suele incomodarse al punto de no contestar al ser cuestionado sobre temas relacionados a
los derechos humanos o al Tíbet.
En el Tíbet y en Xinjiang la desigualdad está profundamente arraigada,
tanto los uigures como los tibetanos son constantemente desplazados por los Han
en los trabajos, y estos últimos prefieren contratar a otros Han, todo esto con
el visto bueno de las autoridades locales, quienes también dan la prioridad
cuando se trata de oportunidades laborales, créditos y educación de calidad. El
gobierno por otro lado, también ha apoyado una política de migración Han hacia
estas zonas para convertir a los Han en mayoría y así poder ejercer mejor el
control.
La situación en el noroeste del país con Xinjiang es relativamente conocida
por el resto del mundo, esta región expone un grupo étnico totalmente diferente
en lo que respecta al concepto que se tiene en occidente de los habitantes de
China. Los uigures son musulmanes sunitas y de piel morena, constituyen el 80%
de los habitantes dentro de toda esta provincia. La frontera compartida con
Kazajstán, Kirguistán y Pakistán hace que el gobierno sea cuidadoso en su trato
a los habitantes de esta región. La cercanía y las similitudes tanto culturales
como religiosas (particularmente con el concepto de preservar la umma del
Islam) de estos vecinos de quienes China obtiene acceso a recursos energéticos,
podría jugar en contra si el Partido Comunista decidiera solucionar las
diferencias con violencia. El violar la preservación de la umma puede ser razón
suficiente para Kazajstán, Kirguistán y Pakistán para dañar los lazos con China
o proyectos (como los conductos de petróleo Kazajstán-China) por tener en común el Islam con los uigures.
A pesar del incremento de instituciones educativas y fuentes de trabajo, la
preferencia de las autoridades a los Han sigue presente. Los uigures
políticamente hablando, tienen una situación complicada, porque al igual que
los tibetanos, no se sienten representados en el Congreso.
El caso del Tíbet es más complejo y severo, al interior de la región
también existe el dilema de la desigualdad. Los locales son constantemente
desplazados en trabajos e instituciones educativas por los Han. La cantidad de
eventos que se han venido dando desde la partida del Dalai Lama desde 1959 han
ido aumentando de intensidad. Los tibetanos son un grupo cuyo sentido de
pertenencia e identidad ha cruzado fronteras, ya que los exiliados
constantemente alzan la voz por diversos medios (periódicos, internet, etc.) y
es por sus denuncias dirigidas al Partido Comunista que han obtenido sustancial
apoyo internacional.
La figura del Dalai Lama como un líder en el exilio constantemente acusado
de incitar a la violencia en el Tíbet ha sido un factor de suma importancia,
sin embargo su postura es más conciliatoria y orientada a la resolución
pacífica de diferencias. El Partido Comunista está consciente de la influencia del
Dalai Lama, sobretodo porque éste reside en la India, y ésta constantemente usa
el apoyo a la causa del Tíbet como un as a su favor en las negociaciones
bilaterales con Beijing.
A consecuencia de esto, cada país que visita el Dalai Lama recibe un
memorándum de protesta proveniente de la representación diplomática de China.
En vista de que muchas naciones lo han recibido, China comienza a temer por su
imagen, ya que eventos como las más de 100 autoinmolaciones y el
encarcelamiento del Pachen Lama (quien sería el sucesor del Dalai Lama) han
dado la vuelta al mundo. Muchos analistas ven este fenómeno como una actitud de
auto derrota y perpetrado sin razón aparente. En realidad el mensaje que
probablemente envían va más allá de un acto de rechazo al control e influencia
del Partido Comunista: ‘Prefiero morir que no ser libre’ o ‘No podemos ni
rezarle al Dalai Lama, para nada somos libres’
es uno de los muchos mensajes que se han escuchado. El Tíbet ha obtenido
muestras de apoyo en todo el mundo, principalmente en Estados Unidos y hasta en
lugares inimaginables como México.
La conclusión puede resumirse en las siguientes preguntas: ¿El control del
Partido Comunista es absoluto? ¿Estamos viendo una especie de ‘espíritu de
Tiananmen’? Aparentemente, hechos como estos le exponen al mundo que China no
es lo que Beijing ha mostrado que es. No hay punto de comparación entre la ya
excesivamente vigilada Lhasa y el moderno Shanghái, estos contrastes, entre
otros, pueden colapsar a China desde dentro y por ende convertirla en lo que
algunos analistas llaman ‘el gigante con pies de barro’, que podría caer de un
momento a otro.
Fotos: Internet
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