La conveniencia de una política exterior independiente
El título suena algo trillado y al punto de ser una columna digna de periódico de los años de la Guerra Fría, sin embargo el orden bipolar ya no está en su auge, pero actualmente la escena internacional está tendiendo más hacia el orden multipolar y por ello, las inclinaciones de la política internacional cada día son más complicadas. La política en sí es algo sumamente complicado, aunque desde mi punto de vista, no hay nada más difícil e incomprensible que la política nacional, y no lo digo por mi país, sino porque en realidad el establecimiento de prioridades de algunas naciones y sus gobiernos, van más allá de la comprensión de cualquier disciplina académica, de los investigadores y hasta de las mismas personas.
La tragedia de Nepal ilustra este complicado análisis sobre las prioridades nacionales, y es que en realidad, a muchos nos ha caído de sorpresa el hecho de que el gobierno a pesar de la precaria y por demás complicada situación de desastre que están viviendo, haya rechazado abiertamente la ayuda de la República de China, conocida como Taiwán. Es comprensible que los gobiernos tomen en cuenta el interés nacional, sin embargo la pregunta de si el bienestar inmediato de los ciudadanos, junto con sus necesidades más básicas está por debajo de las prioridades que otro país puede tener encima del propio, es un tema muy delicado y que hace reflexionar sobre cuáles son los límites de la política y sobretodo, los límites de las presiones externas hacia la nación.
La profesión de internacionalista, ya sea en el campo de las relaciones internacionales o en el de la academia, hace que algunos nos demos cuenta de las complicaciones que se pueden provocar si los gobiernos (o la ONU misma) intentan darle gusto a todo mundo, puesto que esto último es la tragedia del campo en la práctica, aunque el caso de la teoría no se queda atrás. Ante todo, el verle el lado humano al acontecer internacional siempre será el más complicado y hasta doloroso, al menos en la experiencia de la suscrita, han habido situaciones sumamente frustrantes en donde la solución está frente a nosotros y no se toma porque o hay intereses, o simplemente no se hace nada porque no hay ningún beneficio. La línea entre la realidad de los gobiernos y sus representantes y la vida de los ciudadanos es sumamente delgada, más de lo que ellos creen.
La política no debería dictar sobre las vidas de los demás de tal forma que vaya en detrimento, porque finalmente los efectos de las malas decisiones no solamente los resiente el pueblo, sino que los mismos gobiernos las resienten en el largo plazo. México al sufrir una desgracia muy similar a la de Nepal en 1985 tuvo la fortuna de recibir apoyo y ayuda de todos lados del mundo, y es que cuando hay vidas en peligro o perdidas, los Jefes de Estado se ven en situaciones desesperadas y que los orillan a pedir auxilio por estar sobrepasados. México estaba hundido en la destrucción y los gobernantes decidieron aceptar toda la ayuda posible porque a fin de cuentas, habían vidas que se habían perdido, otras que estaban por perderse y sobretodo, que venía uno de los trabajos más complicados que puede tener un gobierno: reconstruir.
Es sumamente condenable el hecho de que los altos mandos del gobierno de Nepal, muy por debajo del agua, dieran más prioridad a las demandas e intereses Sinocentristas que a las necesidades de su propia gente, puesto que la ayuda de Taiwán había llegado casi al mismo tiempo que la de Japón. El hecho de ni siquiera valorar el trabajo que cuesta llegar a ese país por tierra o por aire, es una actitud que da cabida a muchas críticas. Sería bueno saber si China estaría dispuesta a hacer lo mismo cuando el gobierno de Nepal requiera reconstrucción, puesto que no todo en la vida (y aunque pese decirlo, tampoco en la política) se reduce al dinero.
Es claro que mi postura como internacionalista tiene un lado más humanista que realista o cualquier otra tendencia teórica de las relaciones internacionales, sin embargo considero que en la política internacional la empatía debería ser más prioridad que el darle gusto a otros. La suscrita no tiene la clave del éxito de la diplomacia, pero lo que sí es claro es que el fracaso de la misma es intentar darle gusto a todo mundo, y el ejemplo más claro de ello es Medio Oriente donde nadie salvo Líbano, Irak y Jordania ha hecho algo por frenar la situación de Siria, o la existencia del Estado Islámico porque unos proporcionan fondos (Qatar, Arabia Saudita, los Emiratos) y otros solamente dicen y no hacen nada (Irán) y otros hacen como si les interesara (otra vez Arabia Saudita). Técnicamente es por esto que las Naciones Unidas son un fracaso.
El hecho de que es complicado hacer política exterior es muy claro, sin embargo cuando la situación local es desesperada no sólo hablando de crisis humanitaria sino también de casos de devastación notoria, la balanza no debería inclinarse a favor de unos pocos, porque a fin de cuentas, estamos hablando de la existencia del Estado mismo, y los ya más de cinco mil muertos en Nepal es algo que no debería tomarse tan a la ligera.
Tristemente, la experiencia de la suscrita en el ámbito diplomático-consular de países en una situación mucho más precaria que la de México, ha demostrado que en algunos países, los gobiernos creen estar totalmente separados de su gente, como si no fuera de ese país o en el peor de los casos, como si estuvieran haciéndole un favor a su gente gobernándola. A muchos funcionarios se les olvida que ellos y ellas también son o fueron de ahí y que en todo momento necesitan del pueblo para estar en donde están.
En el caso de Nepal y de Pakistán (que es el caso que mejor conozco y cuyos índices de corrupción me hicieron darme cuenta de que México aún tiene mucho de dónde ser un país de gente valiosa), vi que no hay nada más condenable que estar comprando gobiernos extranjeros bajo el pretexto de la pobreza o del hambre o de su desgracia para tener socios comerciales y/o paleros en las organizaciones internacionales. El otro caso que es impresionante, es que algunos también han decidido darle la espalda a los efectos de esta desgracia en el Tíbet por no enfurecer a China, como si esto de la empatía realmente pudiera tener un efecto negativo en cualquier plan que tenga el Partido Comunista.
El hecho de que estos gobiernos tengan su estima tan abajo y que se consideren tan poca cosa como para venderse a los intereses de otros (y eso viene incluído en el paquete de estar comprando problemas que no son de ellos, preguntar a Estados Unidos) es algo que a la larga los va a perjudicar, puesto que cualquier país que tenga deferendos fuertes con China, también tendrá deferendos con sus 'incondicionales'. Lo que China está haciendo con países como Nepal y Pakistán no se llama cooperación internacional, se llama abuso. La pregunta central es ¿China haría lo mismo de estarle peleando de a gratis con todo mundo para darle gusto a estos gobiernos? No lo creo.
Las naciones deben reflexionar si el estarle dando gusto a los poderosos será bueno en el largo plazo, puesto que quizá no en el caso de Estados Unidos que medio han defendido los intereses de quienes los apoyan, pero en el caso de China, el Partido Comunista no ve por nadie más que por sus propios intereses. Sería bueno considerar una política exterior más independiente, o al menos pensar más en el largo plazo o en el bienestar de la población como prioridades, porque el querer obedecer prioridades de otro sólo llevará a que pisoteen al país junto con su gente.
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