China y la Ambivalencia: Desde el Tíbet hasta Ucrania
Hoy es 10 de marzo y se cumplen 64 años desde el día del levantamiento tibetano en 1959. Aunque no parece ser mucho tiempo en términos de cantidad de años, lo cierto es que muy poco ha cambiado en torno a los gobiernos autoritarios, más bien pareciera que a pesar de todos los eventos al interior de sus países, las cosas se están yendo para peor.
Mientras que el mundo a la fecha de esta entrada aún es testigo de cómo Rusia sigue perpetrando sus abusos en Ucrania desde la invasión de febrero de 2022, otros países con régimenes similares (que en el contexto actual se les podría llamar los socios de Rusia), están pasando por tiempos difíciles, la misma Rusia acabando con la población masculina joven, Irán con las protestas en las calles contra las imposiciones de la Sharia y China con problemas internos derivadas de sus propias decisiones.
En esta entrada hablaré brevemente de cómo China básicamente se está enfrentando a uno de los mayores desafíos en términos de política exterior en la historia reciente, entre el surgimiento del Covid y las olas posteriores que pusieron a la población a prueba, y la invasión de Rusia a Ucrania. Dado que en las entradas anteriores se ha hablado mucho sobre la pandemia del Covid 19 y cómo todo esto impactó a China, en esta entrada el énfasis es sobre la postura ambivalente de China en torno a la invasión rusa a Ucrania.
La última vez que el mundo vio noticias sobre China en las primeras planas además de cuando estalló la pandemia del COVID 19 y los confinamientos de Wuhan que se extendieron a más ciudades del país, fue cuando por segunda vez hubo otro brote y ahora Shanghai estuvo bajo confinamiento, posteriormente Hong Kong y durante estos meses el mundo prácticamente se quedó con la actividad económica medio paralizada y con la actividad productiva casi interrumpida debido a que todas las ciudades chinas producen partes esenciales para la manufactura.
En vista de estos eventos y los puertos prácticamente atascados de contenedores y embarcaciones paralizadas, las empresas comenzaron a pensar en al importancia del nearshoring, y posteriormente en 2021 con la amenaza de Beijing en torno a una potencial invasión a Taiwán, el mundo tomó el nearshoring como una opción definitiva, y esto ha resultado en oportunidades para otros países como Vietnam y hasta México, ya que ahora gracias a que Rusia ha demostrado que la razón no siempre domina la impulsividad, las empresas necesitan tener una garantía que va más alla de las que aseguren ganancias: la paz.
China en este sentido siempre ha sido muy buena para hablar de la importancia de la paz como una condición indispensable para el dearrollo económico con la doctrina del 'Ascenso Pacífico' durante la administración de Hu Jintao. Aunque la necesidad de China por recursos naturales ha crecido de forma exponencial y que por esto mismo es un mercado atractivo, la postura (o la falta de) en torno a la invasión rusa a Ucrania ha hecho que varios se pregunten si a China realmente le interesa tanto la paz o si es circunstancial.
Lamentablemente, el discurso que ha utilizado Putin como su razón principal para la invasión a Ucrania tiene muchas similitudes con el que utilizó Mao en su momento para justificar la invasión al Tíbet y que sigue presente en las versiones de Beijing: buscar una amenaza que no está ahí para justificar lo injustificable.
Además del discurso de la importancia de la paz, otro aspecto importante de la retórica de política exterior es el asunto de respeto a la soberanía, y aunque el tema si tiene límites cuando los derechos humanos se están violando al interior de un país, Beijing suele evitar hacer comentarios o tomar partido en cualquier asunto que va más allá de sus fronteras, siempre y cuando no contravenga sus intereses. En esto último el tema más conocido desde luego es el del Tíbet y los problemas que dan las misiones diplomáticas de China en el exterior durante las visitas del Dalai Lama, sin embargo los boicots comerciales que China ha aplicado a Japón y a Corea del Sur también es afectación a su soberanía por los efectos en su economía y su población. Las sanciones desde este punto de vista dan pie a numerosos debates.
Dicho lo anterior, la invasión rusa a Ucrania ha demostrado ser todo un reto para Beijing. En primera instancia, no estaba muy claro lo que querían decir, ya que primero decían que 'respetaban los intereses de Moscú' posteriormente que 'las decisiones del Kremlin debían respetarse por ser parte de su soberanía' y la más confusa de todas las declaraciones: 'la integridad territorial de los países debe respetarse, ya que eso le compete a sus asuntos internos'. La postura de China en las Naciones Unidas sin embargo ha sido del tipo de neutralidad que en un contexto delicado como el actual solamene ayuda al opresor (o al invasor en este caso). No es de extrañarse, ya que la invasión al Tíbet también fue justificada por un discurso totalmente distorsionado, tal y como lo hace Moscú.
Últimamente Beijing ha estado bajo presión por parte de Estados Unidos y países europeos para no proveer a Rusia de armamento letal (a la fecha de esta entada, Irán ha proporcionado drones Shahed y a este paso van a terminar hasta pidiendo asistencia a Corea del Norte), y aunque no hay prueba de que lo hayan hecho, China al igual que muchos otros, no ha aplicado las sanciones impuestas por otros países a Rusia. El problema es ¿Qué tanto tiempo puede mantener la neutralidad? Aunque sea el aliado de Moscú, Beijing tampoco puede 'mantener' a Rusia hasta que esta decida dar por terminada su invasión.
Hasta este día, la postura 'neutral' aún continúa sin embargo, a manera de conclusión, la victoria de Ucrania no solamente se trata de ganar la guerra desde la perspectiva estratégica sino también de enviar un mensaje a todos aquellos líderes que tengan las mismas o similares aspiraciones de conseguir sus objetivos por la fuerza y basados en creencias, discursos y argumentos que no tienen cabida en este siglo.
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