Protestas en China contra las cuarentenas obligatorias: ¿Beijing llega al límite?

Durante la última semana, el mundo ha presenciado una serie de protestas en varias ciudades de China en torno a la imposición de las cuarentenas obligatorias por la pandemia del COVID. Mientras que en varios países del mundo ya muchas autoridades daban por terminada la pandemia o aceptado que había que vivir con ella, en China el coronavirus todavía se asume como un asunto de seguridad nacional con enormes riesgos. Dado que han sido varias personas y que el movimiento se ha visto en varias ciudades de China, es pertinente preguntarse si estas protestas pudieran generar algo más grande. En esta entrada hablaré brevemente sobre cómo la situación llegó al punto que todos hemos presenciado en días recientes.

En la primera sección, se explora el origen de estas protestas, comenzando por las últimas cuaretenas obligatorias que sembraron el descontento en la población en general. La segunda sección habla de las consecuencias sobre los primeros efectos de estos confinamientos obligados, como el boom del nearshoring, mientras que la tercera habla de las razones por las cuales las personas se rebelaron en contra de los confiamientos. La entrada concluye que después de estas protestas, efectivamente Beijing tiene un desafío a futuro en torno a que sus mecanismos para mantener el orden se han visto vulnerados.

Los primeros casos de coronavirus se registraron en Wuhan en el año 2019, y dos (hasta podría decirse que tres) años después, el mundo sigue peleando contra una pandemia que más que controlarse, el planeta ya parece haber aceptado vivir con ella. La crisis con el virus le dio la vuelta del mundo, ya que los confiamientos obligatorios comenzaron en China, pasaron por algunas ciudades de Corea, posteriormente por otros lugares de Asia, luego arrojó a Europa al confinamiento prolongado hasta que llegó a América donde hubo respuestas variadas. Un poco más de mediados de 2020, sucedió que en Wuhan se levantaron los confinamientos, sin embargo a partir de este momento, el virus iba y venía hasta 2021 que nuevamente arrojó varios casos positivos en China.

Los niveles de contagio llegaron a tales niveles que en ciudades como Hong Kong había pacientes que eran atendidos en la calle, y posteriormente comenzaron nuevamente los confinamientos en ciudades más grandes como Shanghai. La evidencia muestra que la población tenía prohibido salir de forma general y que recibían los alimentos a domicilio, sin embargo, en las redes circulaban fotografías de la comida en mal estado o bien echada a perder, además, videos de personas gritando desde los edificios. Adicional al sufrimiento de la población, las empresas también comenzaban a sufrir los estragos de estos confinamientos obligados.

Las empresas comenzaron a buscar alternativas en torno a sus cadenas de abastecimiento y suminsitro que fueran diferentes a China, por lo cual actualmente ya se habla del término ‘nearshoring’, lo cual consiste en buscar o mover sus cadenas de abastecimiento a otros lugares. Las alternativas varían dependiendo de las necesidades e cada negocio sin emabrgo, los destinos más socorridos son o en el sureste asiático o incluso México. En vista de lo anterior, los puertos en China permanecieron cerrados y con mercancías atoradas por un tiempo prolongado.

Ya cuando la población comenzaba a recuperarse de los estragos de los confinamientos obligados, nuevamente comenzaron a subir los casos y el gobierno volvió a imponer cuarentenas en las ciudades. A finales de noviembre, las personas no soportaron más y decidieron sair a las calles. Los medios de comunicación han expresado que este tiempo de deserción cotnra Xi Jinping se puede considerar ‘sin precedentes’ ya que las protestas no han sido de un solo lugar, sino en varias ciudades por ejemplo: Beijing, Shanghai, Guangzhou y hasta en el mismo Wuhan. Incluso hubo un incendio en la capital de Xinjiang, Urumqi en el que las personas que estaban en una vigilia para honrar a los fallecidos también fueron o detenidas o los movieron a la fuerza.

Los quejosos expresaban slogans como ‘¡Fuera Xi Jinping!’, ‘No quiero dictadura, quiero democracia’, ‘¡No quiero prueba de Covid, quiero libertad!’ entre otros. Incluso las universidades se conviriteron en centros de protesta, en los que los estudiantes escribían eslogans y fueron reprimidos por la policía. No hay reportes de que las fuerzas del orden hayan utilizado la fuerza bruta para poner orden en estas protestas sin emabrgo, dada la extensión de los levantamientos, el Partido Comunista efectivamente tiene un desafío considerable en el largo plazo, ya que claramente no se puede tener a la gente encerrada por un largo tiempo, y ante todo sin poder trabajar y tomar sus decisiones en torno a su propio bienestar. Hasta el día de hoy, la única medida que ha tomado Beijing adicional al envío de la policía, es el de rastrear a partir de sus teléfonos móviles a todas las personas que han asistido a estas protestas.

Si bien es cierto que es obligación del Estado velar por la seguridad de los ciudadanos, Beijing se enfrenta a una disyuntiva sobre los medios en los que creía poder mantener el orden. La realidad es que las protestas recientes son un mensaje hacia Xi en torno a que el poder absoluto no existe y que siempre puede haber grietas que permitan la entrada de todo aquello que se considera ‘prohibido’. Si Beijing decide responder a estas protestas de la misma forma que respondió en 1989, el precio a pagar será muy alto.




                                                  (c) Fox News


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