El Patrón se repite...sesenta y tres años después
El 10 de marzo de 1959 comenzó el levatamiento en el Tíbet contra la ocupación china que para ese momento, ya llevaba más de cinco años en toda la meseta tibetana. A sesenta y tres años de este evento, poco ha cambiado en torno al ambiente político dentro de China, ya que de presentar la apertura en la época de las reformas llevadas a cabo por Deng Xiaoping, el ambiente se fue endureciendo cada vez más hasta llegar a los tiempos actuales con Xi Jinping. El panorama internacional sin embargo, ha impuesto nuevos desafíos a Beijing que en la práctica son más difíciles de lo que parecen. Lo cierto es que nadie (a excepción de los invasores, claro está) creyó que tal y como si lo anunciara una profecia, al mundo se le vino otra guerra después de la pandemia.
Esta entrada tiene una temática un poco diferente a las anteriores que se han escrito en este espacio sobre el Tíbet y las otras temáticas relativas a Asia. El motivo de escribir estas breves líneas recae en un símil que me encontré en las redes sociales en torno a cómo Rusia está aplastando a Ucrania sin piedad alguna y de cómo Beijing también ha aplastado al Tíbet de una forma similar que lleva ya bastantes años. Es una lamentable coincidencia el que ambos países, Rusia y China, se estén pareciendo en lo mismo. Sobretodo el hecho de que Ucrania no veía destrucción en semejantes niveles desde la Segunda Guerra Mundial, vaya manera de despertar para la OTAN después de dormir el sueño de los justos.
En esta entrada hablaré brevemente sobre algunas similitudes, las cuales aunque no son lo mismo al 100%, generan una discusión en torno a las implicaciones de compartir las fronteras con vecinos tan peculiares como lo son China y Rusia. Es importante mencionar que la suscrita no es experta en temas relativos a Europa o a la Unión Europea, por lo cual el texto va más dirigido hacia esos rasgos que tienen en común los regímenes autoritarios. En este sentido, el autoritarismo no conoce de diferencias culturales o nacionales, así como el hecho de que estar en el lado correcto jamás será lo más fácil sobretodo en tiempos de bombardeo de propaganda por todos lados.
El primer punto es la perspectiva histórica. En el caso del Tíbet, según los registros, la meseta jamás fue parte de China (o de la China Imperial si así queremos verlo). Las fuentes registran que las dinastías tenían intercambio con la meseta, lo cual no es lo mismo a ser parte como tal de alguna de ellas. En este sentido, la idea de que el Tíbet efectivamente fue ocupado por el Ejército de Liberación en 1951 cobra relevancia, ya que posiblemente si el Tíbet hubiera sido parte de China desde la época imperial, el uso de la fuerza probablemente saldría sobrando. El distorsionar la historia de una región o de un país con el objeto de legitimar la ocupación o peor, el uso de la fuerza, no es exclusivo de ninguna región del mundo. Sin embargo, en el caso de Ucrania, la distorsión de la historia para legitimar la invasión es una aplastante realidad por parte de Moscú. Ucrania sí fue parte de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, pero hasta 1991 en donde ya se convirtió en un país independiente. El argumento de que debe volver a Rusia es arcaico y fuera de lugar en esta época.
El segundo punto es el uso de la población como forma de ocupación o como pretexto para la ocupación. En el Tíbet se ha estado viendo desde por lo menos 25 años al presente, una política de asimilación forzada donde se busca erradicar todo aquello originario de la meseta tibetana, como las costumbres, el idioma y hasta idiosincracia, ya que gracias a la educación patriótica impuesta por Xi Jinping desde 2012, los niños tibetanos son literalmente separados de sus padres para ir a escuelas impuestas por el Partido Comunista, y esta es una política que comparten con la región autónoma de Xinjiang. Suficientes ejemplos hay en el mundo de que los pueblos originarios pueden convivir con el resto de la población sin tener que cambiar su esencia.
Además de la educación patriótica, también Beijing ha promovido que la etnia de chinos Han vayan a poblar la meseta del Tíbet de tal forma que los locales representen una minoría. El enviar a la población a otra región con el propósito de convertir a los locales en una minoría es una táctica que se ha visto en casos que pocos conocen como el de Texas y México, y aunque es una forma a largo plazo de legitimar el uso de la fuerza para 'proteger los intereses de esas minorías', el problema puede crecer de forma exponencial. Justamente eso fue lo que pasó en la región del Donbass: Moscú aplicó la misma receta que Texas y utilizó el argumento de que 'Kiev estaba aplastando a las minorías rusas a través de grupos de Nazis (¿?)', la evidencia muestra de que estas 'minorías' no eran como las que se encuentran en otros países con minorías rusas como Estonia, ya que para empezar, ¿De dónde fue que estas 'inocentes minorías aplastadas por Kiev' lograron tirar un avión de Malaysia Airlines que mató a más de 200 personas con un misil ruso en 2014? A la fecha, Rusia no ha querido ceder en el tema de la investigación del accidente, lo cual da pie a muchas interpretaciones.
El tercer y último punto es la búsqueda de apoyo en aliados externos. Rusia encuentra sus aliados en países que comparten su visión de gobierno y sobretodo de intereses geopolíticos bajo la premisa del 'fin justifica los medios', y en este sentido China es exactamente igual. En el caso de Beijing sin embargo, el apoyo por parte de sus vecinos en términos de regímenes amigables a China, ha sido multifactorial y variado, ya que a excepción de Corea del Norte y un poco Taiwán, a veces llegan personas afines a Beijing y en otros casos más distantes en Asia. En el caso de Rusia, el caso de Bielorusia ha sentado precedentes de a donde se inclina la balanza pero, los vecinos de Rusia como los Bálticos, Finlandia y la misma Ucrania han mostrado tener un fuerte sentido de pertenencia que dificílmente va a cambiar y menos a punta de amenazas.
A manera de conclusión, la entrada no busca equiparar o hacer ver que ambos casos son iguales, sino únicamente tomar algunos puntos en común. Las potencias han mostrado comportamientos multidimensionales a lo largo de la historia, por lo cual sería erróneo concluir que solamente Rusia y China han incurrido en estos comportamientos, ya que Estados Unidos también lo ha llegado a hacer en varias regiones del mundo o bien, otros han ignorado a los líderes autoritarios porque así convenían a sus intereses. Lo que es un hecho es que es inconcebible que haya una guerra en pleno siglo XXI bajo argumentos tan poco creíbles, y que además ha mostrado violar todas y cada una de las Convenciones de Ginebra en torno a la guerra.
Mapa de Ucrania (c) Imagen de Internet


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