¿Ganò la democracia?
El triunfo apabullante del grupo Pro-Democracia de Hong Kong tomò por sorpresa a Beijing y también a la comunidad internacional. En vista de las protestas que duraron meses, Beijing (de forma predecible) daba por sentado que la población del principal distrito financiero de China se iba a sentir hastiada y agotada por las protestas, y que esto significaría que los habitantes tomarían la alternativa ‘del orden’. Según datos oficiales y confirmado por los habitantes, la oposición se quedò con 17 de los 18 distritos de Hong Kong. A pesar de que esto representa un respiro y una buena noticia en términos generales, sería ideal pensar que Beijing aceptará este mensaje, pero es improbable. En esta entrada hablaré brevemente sobre las implicaciones de este evento y expondré un par de escenarios probables, así como los mensaje que Hong Kong envía sobre China al mundo.
Hong Kong está dividido en dieciocho distritos en los que se llevan a cabo las elecciones, estos son: las islas (abarca diez, por ejemplo, Lantau o Chek Lak Pok, donde está el aeropuerto), Distrito Norte, Kwai Tsing, Sai Kung, Sha Tin, Tai Po, Tsuen Wan, Tuen Mun, Yuen Long, Kowloon City (dònde está ubicado Tsim Sha Tsui, muy popular), Kwun Tong, Sham Shui Po, Wong Tai Sin, Yau Tsim Wong, Distrito Central y Oeste, Distrito Este, Distrito Sur y Wan Chai (básicamente fue todo el movimiento en esta zona). Los candidatos que ganaron en estos distritos controlarán 117 votos dentro del comité de 1200 miembros que elegirán al futuro representante de Hong Kong. En términos locales, estos representantes tendrán seis asientos en el consejo legislativo local.
Dada la complejidad y confidencialidad de los asuntos políticos internos entre el Politburo y el Congreso del Partido Comunista, es complicado saber las particularidades de cómo se relacionan estos dos organismos con sistemas diferentes. En el resto de China se habla de que cada municipio ‘elige’ a sus representantes, pero mientras que en Hong Kong sí hay la posibilidad de escoger un partido político, en el resto de China se eligen diferentes personas pero dentro de un mismo partido. En este sentido, es muy probable que los años por venir sean muy difíciles para Carrie Lam (Representante de Hong Kong en China) y la transición será complicada. La relación entre el Congreso local de Hong Kong y el Congreso del Partido Comunista será aún más difícil, ya que son visiones y sistemas distintos.
En vista de lo anterior, probablemente la frustración de los planes de Xi Jinping en unificar a China bajo la misma ideología, no se hará esperar y muy posiblemente se acentuarán las medidas restrictivas hacia Hong Kong. Es difícil imaginar cómo podría reaccionar el Partido Comunista, pero los escenarios se reducen a tres posibilidades: dejar a Hong Kong con el estatus que tenía antes, tomar las mismas medidas que en Tíbet y Xinjiang de convertir a la mayoría en minoría o bien invalidar el proceso a rajatabla con sus implicaciones.
En el primer caso, sería lo más sencillo y sensato si China valora la importancia de Hong Kong como la puerta más importante de inversión al país. En la entrada anterior hablé de la prioridad y preferencia que tiene Hong Kong por encima de Shanghai precisamente por el asunto de las medidas y de que el riesgo de ser apabullado y abusado como inversionista, es menor en Hong Kong. No se debe olvidar que el ingreso por inversión de Hong Kong es casi igual al de toda China continental. Los indicadores y los números son implacables en este sentido.
El segundo escenario es una posibilidad debido a que ya es un modelo probado en los casos donde el Partido ha tenido problemas para mantener el orden, y es que en las regiones de Tíbet y Xinjiang, los tibetanos y los Uighur ya son una minoría comparada con los Han. Hong Kong suele ser muy estricto en términos de permanencia de chinos que vienen del interior de China por el sistema Hukou (sistema en el que lo chinos están sujetos a los beneficios y prestaciones de la provincia donde nacieron y donde normalmente residen. Este sistema no es transferible a otras provincias, lo cual ha generado formas ilegales para hacerse de recursos cuando las personas cambian de provincia) y también porque el gobierno local está consciente de este riesgo. Es muy probable que el Partido pudiera comenzar a hacer excepciones en el sistema Hukou para incentivar migración que favorezca al partido Pro-Beijing hacia Hong Kong y en el largo plazo completar el proceso de asimilar a la isla.
El tercer escenario que también es muy probable es el que Beijing decida invalidar el proceso a rajatabla y disolver el nuevo Congreso en Hong Kong. Esta decisión tendría un costo muy alto en términos de paralizar la inversión y de imponer a los oficiales del partido a costa de las vidas de los hongkongnenses, ya que durante las protestas quedó claro que exponer la vida era parte de los riesgos a cambio de mantener su sistema. En un escenario así y en vista de que las fuerzas policiales tuvieron una reacción de sorpresa ante los resultados electorales, Beijing tendría que recurrir a la fuerza y se repetiría otro Tiananmen, porque las fuerzas del orden locales se vieron sumamente frustradas después de los eventos.
Hong Kong indudablemente ha puesto una prueba muy difícil a China y a la vez ha enviado un mensaje potente al mundo que muestra que aunque sea una potencia, China tiene sus fracturas internas que pueden amenazar su estabilidad económica. Es claro que cualquier medida que tienda al aplastamiento de este movimiento se haría acreedor a la condena y oprobio de la comunidad internacional, (y de los inversionistas porque sus capitales estarían en riesgo). Es por esto último que probablemente hizo que Estados Unidos emitiera un decreto sobre Hong Kong en el Congreso, aunque en realidad las legislaciones que pasan a nivel local no tienen alcances de extraterritorialidad y quedan como un elemento adicional de política exterior.
En conclusión, no se puede pensar en inversión extranjera directa sin tomar en cuenta a Hong Kong, porque para bien o para mal, China no genera la confianza suficiente para recibir capitales a través de Shanghai. Si el Partido llegara a recuperar la isla por la fuerza, el costo sería muy alto en todos los sentidos, ya que China aún depende en gran parte de la inversión para seguir creciendo, y ante todo para controlar la bomba de la deuda interna. China tiene una gran prueba en la que tendrá que elegir estabilidad a la fuerza a cambio de perder fuentes de capital o bien intentar balancear entre un sistema y el otro.
Carrie Lam y Xi Jinping (c) CGTV (2018)

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