El Tíbet a los ojos de una no budista
Muchos me han preguntado el porqué me llama la atención el tema de Tíbet y todo aquello alrededor de él, así como porqué me involucré con la causa. La realidad es que sé del Tíbet desde hace muchísimos años, casi desde mi niñez gracias a que una de mis tías me regaló un libro de la UNESCO en el que había fotos de los lugares en Asia que se consideran Patrimonios de la Humanidad, y ahí me topé con Lhasa y con otros lugares que me hicieron soñar con conocerlos algún día. En algún momento recuerdo también haber escuchado de Tíbet en los noticieros y desde luego de los levantamientos en 2008.
En este lado del mundo, y más específicamente en México, muchos aún relacionan el Tíbet, su estilo de vida y su gente con el tema del budismo, y en realidad es producto tanto de la distancia como del tema de la información. El día que fui al evento de Su Santidad el Dalai Lama también me di cuenta que hay bastantes personas que aún ignoran o no saben mucho en términos generales sobre la situación que está dándose en el Tíbet desde 1950.
América Latina en muchos aspectos es bastante diferente al lejano continente asiático en cuestiones meramente culturales y el tema de la religión es uno de ellos. Todos los países que componen la región de América Latina en su mayoría estuvieron expuestos a la imposición del Catolicismo o de otras formas del Cristianismo, y actualmente casi todos nosotros nacimos o adoptamos esa religión. El que algunos sean budistas es un caso que me parece interesante, y en realidad, tomando en cuenta que la principal tarea de adoptar alguna creencia es la paz interior o bien, simplemente un gusto, es bastante respetable aunque, personalmente los budistas aquí hacen que me pregunte lo mismo que me pregunté en Corea cuando vi a los coreanos adoptando el Cristianismo, principalmente porque normalmente los orígenes determinan un poco las creencias.
Ahora, el tema central es que aparte de la dimensión política del tema del Tíbet está también la dimensión espiritual y creo que por esto último merece una atención especial. Los tibetanos en mi opinión, y ya después de un tiempo de observar casos como el de Cachemira, son de los pocos ejemplos en este mundo que son congruentes con lo que dicen y lo que hacen, y a pesar de la situación apremiante que impera en su región, siguen la doctrina de la no violencia y la resistencia pacífica. Es el mismo caso también para las acciones y discursos por parte de Su Santidad el Dalai Lama.
A pesar de que sí hay eventos lamentables en el mundo donde han habido budistas involucrados como en Myanmar, creo que el budismo tibetano es único en el mundo, ¿Porqué? Porque ha sabido combinar los principios del respeto a la vida, la vía pacífica de resolución de conflictos y ante todo la compasión. Personalmente, de lo poco que he estado aprendido en estos últimos años del budismo tibetano, los temas de la ignorancia, el enojo y el apego como cosas que no permiten la iluminación y la felicidad han sido bastante útiles. La manera en la que el budismo tibetano ve el sufrimiento también me parece un pilar de suma importancia para sobrellevar las cargas cotidianas y del lado de ellos,a sobrellevar la situación que están viviendo.
Mi primer contacto con un tibetano como tal fue con un profesor de la maestría, quien nos estuvo dando la segunda parte del curso referente a China. Admito que la manera en la que yo veo las políticas de China sí tienen mucho que ver con lo que aprendí de él y de todo lo que nos enseñó, y gracias a él fui a dar con la Oficina del Tíbet para América Latina porque necesitaba hacer un trabajo para el curso y escogí los dos temas más delicados para la diplomacia china: Taiwán y el Tíbet, y fue así como comencé a acercarme a este tema de tiempo completo. A través de él y también de sus escritos, conocí un poco lo que viven los tibetanos y de todas las controversias alrededor de todo el asunto del Tíbet. Definitivamente, él es el ejemplo de que informar a todos los extranjeros es indispensable para poder participar en esta causa.
Si hay algo que me llama mucho la atención de los tibetanos es que hasta el momento, no me he topado con nadie que esté en el extremo en lo que a posturas se refiere. Sí he conocido muchos que odian a China y que no quieren saber nada de ellos o que procuran comprar cosas que no sean hechas en China, sin embargo no he visto que ninguno de ellos hable de terminar con los chinos o de irse al extremo de la violencia contra ellos (o contra otros por razones religiosas, incluídos los occidentales). El equilibrio que presentan, a pesar de lo que viven, definitivamente se merece la admiración internacional. No es nada fácil ocultar emociones, el dolor en particular, sin embargo, ellos ven las cosas sabiamente.
Los tibetanos tienen un sentido de la justicia que en mucho supera el de varios que he visto en la misma situación, ya que es fácil decir 'El Estado opresor nos tiene prisioneros, y deberíamos vengarnos de alguna manera' a decir 'Nosotros estamos conscientes de que tenemos la justicia de nuestro lado y por eso el mundo está poniendo atención a lo que sucede', es por ello que la comunidad en el exilio ha logrado que China se ponga tensa cada que se le cuestiona sobre el tema e invierta tanto tiempo en callar a personas como Tsering Woeser, Liu Xiabo o Ai Wei Wei.
Lamentablemente, y en mi experiencia, en otros casos similares o de separatismo, las mismas personas expulsan a los que las apoyan con sus actitudes. No debemos olvidar que gente como la que lidera Al Qaeda o Hamas lo primero que buscan en todos sus adeptos es el capitalizar su rencor y en lugar de hacer que el mundo respete su causa, se ganan la condena internacional por sus actos.
El Tíbet en un plano personal, me ha dado un sentido de esperanza y también me ha enseñado a valorar cosas que uno normalmente da por sentado en este hemisferio, como la libertad de tránsito, de pensamiento y en algunos casos, de expresión (en México ya está de dudarlo...) y hasta la libertad de creer en lo que uno desee.
En conclusión, apoyar al Tíbet va más allá del budismo, personalmente es un asunto de convicciones y una creencia firme en el respeto a los derechos humanos, al patrimonio de la humanidad y también mi admiración por un pueblo que me ha enseñado muchas lecciones de cómo puede uno ser feliz. Aparte, los tibetanos son personas muy sinceras y ante todo son agradecidos, y esto es una virtud hoy en día.
En el plano profesional, yo defiendo la causa porque de ninguna manera una ganancia o los negocios con China valen más que la vida de los tibetanos, y las opiniones que he expresado sobre China también tienen que ver con la congruencia en principios con la política exterior de México, la cual aboga por la no intervención, el respeto a los derechos humanos y la libre auto determinación de los pueblos.
A pesar de que tengo una trayectoria un tanto corta en el ámbito diplomático-consular, yo no fui de las personas que se exceden en atenciones o que hablan bien solamente por quedar bien con el Embajador de China (o en el caso de mi experiencia, solamente porque el país en cuestión cree que 'les debe mucho (?) a los chinos' de verdad, como si uno no los conociera...). Es comprensible que prioricen las relaciones, pero la hipocresía, en mi opinión, no es NADA comprensible ni justificable en absolutamente NINGÚN plano.
'El mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión'
-Paulo Coehlo
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