El fin de la burbuja
Hace menos de dos meses que los mercados financieros del mundo fueron víctimas de la primera ley de gravedad en la economía sobre el carácter inevitable del ciclo económico en donde pocos toman en cuenta de la importancia de las reservas monetarias y las previsiones en el largo plazo. El gran inconveniente de la globalización y del sistema de producción actual va precisamente en la dependencia que tienen muchas naciones del mundo en otros mercados y en otras naciones. La dependencia no solamente se reduce en términos de mercados bursátiles y productos financieros sino también en el punto de vista político. China es un buen ejemplo ilustrativo.
Nadie niega lo admirable y lo eficiente que fue el crecimiento que presentó China desde 2003 y la forma en la que lograron transformar su industria, y hacer de su sistema de manufactura y producción uno de los más eficientes y económicos (en términos de costos) en el mundo. El auge económico, un poco contrario a lo que podría esperarse, en lugar de incentivar proyectos de gasto público de forma masiva, incentivar a las personas a gastar de forma excesiva, llenar el mercado con bienes y servicios de diversos precios (pero casi siempre muy caros), debe de priorizar de manera casi principal, el ahorro y la acumulación de reservas porque el crecimiento sostenido no es eterno, y mucho menos una constante dentro del ciclo económico.
Un asunto adicional que algunos gobiernos han tomado como el punto principal en asuntos de crecimiento económico y que en el caso de China aún no queda claro en dónde o cómo se puede ver de manera no tan de edificios-enormes-en-Shanghai-Hong Kong-Beijing-la ciudad de su preferencia-con-tiendas/boutiques de marcas occidentales-carísimas, es el tema de calidad de vida para los ciudadanos, y no me refiero al punto de libertades fundamentales, sino en cómo su vida ha mejorado en el día a día. Si bien es cierto que las personas han tenido un incremento en su ingreso y la creación de una clase media que (aparentemente) tiene un buen poder adquisitivo, no han ahondado mucho en temas como lo complicado del tema sanitario en las grandes ciudades, los alarmantes niveles de contaminación, y ante todo la disponibilidad de vivienda y condiciones de trabajo dignas para todos los trabajadores.
El crecimiento económico supone la mejora de calidad de vida de los habitantes de un país, y lamentablemente muy pocos ciudadanos chinos han visto esa mejora. Basta con ver los tráficos de doce horas en Beijing, los paros de 48 horas por niveles de contaminación, la extinción de los pandas, el consumo masivo de combustibles fósiles, las demoras de mínimo dos horas en los aeropuertos principales de China, entre otros asuntos como la seguridad industrial.
China fue el anfitrión de los juegos olímpicos, y gastó cantidades inmensas en la construcción de estadios y otros proyectos de infraestructura (de los cuales varios eran superfluos e innecesarios) y actualmente buscan hacer otros que les produzcan y reditúen lo que invirtieron cuando ya es demasiado tarde. La mayoría de estos proyectos están orientados al crecimiento industrial (con su respectivo costo ambiental y ecológico), a la capacidad de producir mayor cantidad de bienes con un costo 'bajo' que ya no es tan bajo, inversión en industrias en las que quieren incursionar, y desde luego en proyectos fuera de China que aparte de buscar la satisfacción de su mercado interno, el tener más aliados en el mundo.
En términos de relaciones internacionales y diplomacia, fuera de las naciones que lamentablemente han sido presa de sus intereses y origen de materias primas (y que permiten que les den órdenes), China está bajo mucha presión tanto por el tema del Tíbet como también el que muchas empresas e inversionistas han retirado sus industrias, o retirado la maquila o la manufactura y también la inversión extranjera directa. Las razones que exponen varían, pero la mayoría se refieren a que o las cosas no son como les prometieron, o que comienzan con ganancias y les siguen pérdidas, o que solamente un lado gana (no hace falta decir qué lado), o que los precios aumentan de un día al otro, entre otras más o menos específicas. La cultura empresarial que se maneja en China, dadas estas circunstancias, sigue siendo un misterio para muchos, puesto que ya nadie sabe qué esperar.
Los mercados normalmente van cayendo de manera paulatina, y pocas veces en la historia reciente se ha visto que haya desplomes tan grandes en menos de dos meses. Esto es consecuencia de que al Yuan no lo mueve el mercado sino el gobierno chino, lo cual está por demás decir porqué es una práctica desleal. Las naciones en situación delicada en términos de desarrollo y económicos resintieron esta caída de forma más dura. Si de por sí para Estados Unidos o para México el golpe se sintió muy duro, la forma en la que ha de haber impactado a Pakistán o a Nepal va más allá de lo imaginable.
El carácter de ciencia social y no exacta de la Economía se basa en que las cifras y las estadísticas no siempre son un reflejo certero de la realidad o bien, no definen el todo. La premisa anterior puede sonar bastante obvia, pero en muchos casos no lo es porque el ambiente financiero no siempre depende de los indicadores sino también de la percepción de las personas y los organismos que participan en él. Si el ambiente es pesimista, los economistas y los analistas financieros hacen que ese pesimismo pase hacia los inversionistas aunque las cosas no estén tan terribles, y si el mercado se ve optimista, pasa lo mismo aunque haya recesión en muchos lados.
El carácter social de la economía es en cómo la ven quienes la interpretan, y cuando China estuvo en su punto alto, todo estaba muy bien, y ahora hay un ambiente de pesadumbre. Estas perspectivas también aplicaron cuando la Gran Depresión (con sus respectivas consecuencias en la Europa de la posguerra) Por último, y desde un punto de vista más filosófico, dado el mismo rol que tiene la economía dentro de las ciencias sociales como aquella que busca satisfacer las necesidades de las personas, sería bueno retomar esto y hacerla más humana, ya que sus variantes la han enajenado de su carácter social.
China ante la crisis podría verlo como una oportunidad y aprender a darle un mejor destino a los excedentes de producción, buscar maneras de utilizar o hacer más eficiente lo que ya tienen y darle mejor destino a las utilidades que vayan más allá de hacer edificios vacíos que nadie puede costear, aeropuertos bonitos pero no eficientes y fábricas grandes pero peligrosas. Si el capital sobra, una buena propuesta para invertir son las energías alternativas, (las cuales son bastante caras y por eso casi nadie las utiliza) que tienen el potencial de mejorar la vida de los ciudadanos chinos en forma considerable, además de que China podría contar con las condiciones geográficas para este propósito.
Nadie niega lo admirable y lo eficiente que fue el crecimiento que presentó China desde 2003 y la forma en la que lograron transformar su industria, y hacer de su sistema de manufactura y producción uno de los más eficientes y económicos (en términos de costos) en el mundo. El auge económico, un poco contrario a lo que podría esperarse, en lugar de incentivar proyectos de gasto público de forma masiva, incentivar a las personas a gastar de forma excesiva, llenar el mercado con bienes y servicios de diversos precios (pero casi siempre muy caros), debe de priorizar de manera casi principal, el ahorro y la acumulación de reservas porque el crecimiento sostenido no es eterno, y mucho menos una constante dentro del ciclo económico.
Un asunto adicional que algunos gobiernos han tomado como el punto principal en asuntos de crecimiento económico y que en el caso de China aún no queda claro en dónde o cómo se puede ver de manera no tan de edificios-enormes-en-Shanghai-Hong Kong-Beijing-la ciudad de su preferencia-con-tiendas/boutiques de marcas occidentales-carísimas, es el tema de calidad de vida para los ciudadanos, y no me refiero al punto de libertades fundamentales, sino en cómo su vida ha mejorado en el día a día. Si bien es cierto que las personas han tenido un incremento en su ingreso y la creación de una clase media que (aparentemente) tiene un buen poder adquisitivo, no han ahondado mucho en temas como lo complicado del tema sanitario en las grandes ciudades, los alarmantes niveles de contaminación, y ante todo la disponibilidad de vivienda y condiciones de trabajo dignas para todos los trabajadores.
El crecimiento económico supone la mejora de calidad de vida de los habitantes de un país, y lamentablemente muy pocos ciudadanos chinos han visto esa mejora. Basta con ver los tráficos de doce horas en Beijing, los paros de 48 horas por niveles de contaminación, la extinción de los pandas, el consumo masivo de combustibles fósiles, las demoras de mínimo dos horas en los aeropuertos principales de China, entre otros asuntos como la seguridad industrial.
China fue el anfitrión de los juegos olímpicos, y gastó cantidades inmensas en la construcción de estadios y otros proyectos de infraestructura (de los cuales varios eran superfluos e innecesarios) y actualmente buscan hacer otros que les produzcan y reditúen lo que invirtieron cuando ya es demasiado tarde. La mayoría de estos proyectos están orientados al crecimiento industrial (con su respectivo costo ambiental y ecológico), a la capacidad de producir mayor cantidad de bienes con un costo 'bajo' que ya no es tan bajo, inversión en industrias en las que quieren incursionar, y desde luego en proyectos fuera de China que aparte de buscar la satisfacción de su mercado interno, el tener más aliados en el mundo.
En términos de relaciones internacionales y diplomacia, fuera de las naciones que lamentablemente han sido presa de sus intereses y origen de materias primas (y que permiten que les den órdenes), China está bajo mucha presión tanto por el tema del Tíbet como también el que muchas empresas e inversionistas han retirado sus industrias, o retirado la maquila o la manufactura y también la inversión extranjera directa. Las razones que exponen varían, pero la mayoría se refieren a que o las cosas no son como les prometieron, o que comienzan con ganancias y les siguen pérdidas, o que solamente un lado gana (no hace falta decir qué lado), o que los precios aumentan de un día al otro, entre otras más o menos específicas. La cultura empresarial que se maneja en China, dadas estas circunstancias, sigue siendo un misterio para muchos, puesto que ya nadie sabe qué esperar.
Los mercados normalmente van cayendo de manera paulatina, y pocas veces en la historia reciente se ha visto que haya desplomes tan grandes en menos de dos meses. Esto es consecuencia de que al Yuan no lo mueve el mercado sino el gobierno chino, lo cual está por demás decir porqué es una práctica desleal. Las naciones en situación delicada en términos de desarrollo y económicos resintieron esta caída de forma más dura. Si de por sí para Estados Unidos o para México el golpe se sintió muy duro, la forma en la que ha de haber impactado a Pakistán o a Nepal va más allá de lo imaginable.
El carácter de ciencia social y no exacta de la Economía se basa en que las cifras y las estadísticas no siempre son un reflejo certero de la realidad o bien, no definen el todo. La premisa anterior puede sonar bastante obvia, pero en muchos casos no lo es porque el ambiente financiero no siempre depende de los indicadores sino también de la percepción de las personas y los organismos que participan en él. Si el ambiente es pesimista, los economistas y los analistas financieros hacen que ese pesimismo pase hacia los inversionistas aunque las cosas no estén tan terribles, y si el mercado se ve optimista, pasa lo mismo aunque haya recesión en muchos lados.
El carácter social de la economía es en cómo la ven quienes la interpretan, y cuando China estuvo en su punto alto, todo estaba muy bien, y ahora hay un ambiente de pesadumbre. Estas perspectivas también aplicaron cuando la Gran Depresión (con sus respectivas consecuencias en la Europa de la posguerra) Por último, y desde un punto de vista más filosófico, dado el mismo rol que tiene la economía dentro de las ciencias sociales como aquella que busca satisfacer las necesidades de las personas, sería bueno retomar esto y hacerla más humana, ya que sus variantes la han enajenado de su carácter social.
China ante la crisis podría verlo como una oportunidad y aprender a darle un mejor destino a los excedentes de producción, buscar maneras de utilizar o hacer más eficiente lo que ya tienen y darle mejor destino a las utilidades que vayan más allá de hacer edificios vacíos que nadie puede costear, aeropuertos bonitos pero no eficientes y fábricas grandes pero peligrosas. Si el capital sobra, una buena propuesta para invertir son las energías alternativas, (las cuales son bastante caras y por eso casi nadie las utiliza) que tienen el potencial de mejorar la vida de los ciudadanos chinos en forma considerable, además de que China podría contar con las condiciones geográficas para este propósito.
La parte política es bastante compleja y también puede llegarse a complicar si la postura en torno a la situación en el Tíbet, en Xinjiang y la actitud hacia Taiwán no se reconsideran, ya que dentro de la cooperación y la diplomacia, no debería haber cabida ni para amenazas, chantajes o actitudes intimidatorias hacia aquellas naciones que deciden apoyar una causa contraria a los intereses de China. Si no hay consideraciòn o respeto hacia la política exterior independiente, la crisis se traducirá en otros àmbitos aparte del econòmico, puesto que la soberbia en lugar de mejorar la situación, la puede empeorar considerablemente. La historia ha dado ejemplos de cómo la actitud prepotente de las naciones las ha hecho caer hasta puntos tan bajos que llegan al colapso. China aún está a tiempo de moldear su futuro para bien de los ciudadanos chinos y para el bien de sus aliados y socios.



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